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Los propósitos de fin de año son una costumbre que ha perdurado a lo largo del tiempo, adaptándose a los cambios de la sociedad. En la historia estas metas autoasignadas han representado un momento de reflexión sobre lo que se desea mejorar en la vida y se toman como una oportunidad para iniciar el año con renovada la energía. En la actualidad, esta tradición sigue siendo popular aunque ya tiene un significado más complicado, esto por la influencia de las redes sociales y la presión que ejercen por el éxito personal.
Otro de los aspectos de los propósitos es su función de incentivar a las personas, logrando un mayor enfoque en las metas, estas pueden ser en beneficio de la salud, del trabajo o en las relaciones personales. Esto satisface una búsqueda de superación que múltiples veces se ve influenciada por tendencias sociales que difunden un estilo de vida saludable o de autosuperación. No obstante, el reto más importante es cumplir estos propósitos, ya que hay estudios que demuestran que la gran mayoría de las personas abandonan sus metas antes de que siquiera finalice enero.
Las redes sociales han afectado a esta tradición, ya que la constante comparativa en redes sociales donde se comparten “historias de éxito” impulsa la creación de expectativas poco realistas, esto provoca una mayor presión por cumplir, pero este entorno digital también da lugar a una comunidad de apoyo, con aplicaciones y plataformas que apoyan a las personas con el cumplimiento de sus metas, ya sea en forma de retos colectivos o recordatorios cotidianos para la creación de hábitos saludables.
Los propósitos de año nuevo siguen siendo una herramienta muy útil para reflexionar sobre nuestras acciones de los últimos años. Actualmente se perciben como un ejercicio de autoconocimiento y desarrollo personal. El establecer metas pequeñas o grandes, refleja un deseo en nuestros adentros de seguir mejorando en los distintos aspectos de nuestra vida.