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Tal vez el postre más popular y distintivo de Yucatán, con una historia relativamente reciente en comparación con otros postres tradicionales de la península. Este crujiente manjar nació en los años 30, cuando un heladero local llamado Vicente Mena, buscaba la forma de mantener su negocio durante los meses de invierno, cuando las ventas de helado disminuían. Decidió innovar y crear un nuevo postre: un rollo de masa de waffle delgado y crujiente, con relleno de queso de bola holandés.
El nombre de “marquesita” es un misterio, pero se cree que proviene de la admiración por una familia de marqueses que disfrutaba de este postre con regularidad. La receta se fue popularizando con el paso del tiempo, y los rellenos se diversificaron, incluían opciones como el chocolate, cajeta, crema de avellanas, entre otros, aunque el queso de bola siempre se mantuvo como ingrediente principal.
A día de hoy, las marquesitas son un icono de la cultura yucateca, siendo bastante común encontrarlas en parques, ferias y plazas, las venden carritos donde te preparan tu marquesita al momento, la mezcla de la masa crujiente con queso y dulces ha transformado a la marquesita en un símbolo de la creatividad yucateca, postre que surgió como una respuesta inteligente a una crisis, siempre formara parte del patrimonio culinario de Yucatán.