Share This Article
Dora Maar fue una de las fotógrafas más destacadas dentro del movimiento surrealista en los años 30. Aunque a menudo se la conoce como la musa y amante del famoso pintor Pablo Picasso, su legado como creadora es vasto y profundo.
Dora comenzó su carrera como fotógrafa comercial, colaborando con el pintor Pierre Kéfer y produciendo fotografía retro, de moda y documental. Sin embargo, fue su introducción en el surrealismo lo que realmente destacó en ella, donde jugó con técnicas como la doble exposición, creando imágenes oníricas y experimentales que siguen inspirando hasta el día de hoy.
A lo largo de su vida, Dora enfrentó desafíos personales, incluyendo una relación complicada con Picasso, quien usó sus problemas nerviosos como inspiración en su arte y manipulando su imagen. A pesar de esto, tras un periodo de hospitalización y tratamientos de psiquiátricos, logró volver al arte, con el poeta Paul Éluard como su apoyo en esos momentos críticos, fue el quien la ayudó a salir y sobre todo volver a hacer lo que más le apasionaba.
En sus últimos años, Dora se dedicó a la pintura de paisajes y limitó su círculo social a unas pocas personas cercanas. Tras su muerte en 1997, se descubrieron negativos intervenidos que demostraban su incesante búsqueda creativa durante su vida.