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Las calaveras de azúcar son uno de los símbolos más emblemáticos del Día de Muertos en México. Estas dulces figuras elaboradas con azúcar, claras de huevo y limón, adornan los altares dedicados a los seres queridos que han fallecido, recordándonos la inevitable presencia de la muerte y celebrando la vida de quienes ya no están con nosotros.
La tradición de las calaveras de azúcar tiene sus raíces en el centro de la República Mexicana, especialmente en estados como Guanajuato y Toluca. Su origen se remonta a la época colonial, cuando los españoles introdujeron la técnica del alfeñique, una mezcla de azúcar y clara de huevo que se moldeaba en diversas formas. Con el tiempo esta técnica se adaptó para crear calaveras, que sustituyeron a los cráneos humanos utilizados en los tzompantlis prehispánicos.
Aunque esta tradición es originaria del centro del país, la migración interna ha llevado a que las calaveras de azúcar se adapten y se integren en las celebraciones del sureste de México, incluyendo estados como Yucatán y Quintana Roo. En estas regiones las calaveras de azúcar han encontrado un lugar en los altares y ofrendas, fusionándose con las costumbres locales y enriqueciendo la diversidad cultural del Día de Muertos.